Cuando
se nos presenta una hemorragia externa, es decir, la salida de sangre
de un vaso sanguíneo cuando se produce su rotura a causa de un
traumatismo en la piel; tendremos que actuar con especial rapidez, ya
que la herida puede infectarse muy rá pido y por otra parte, la
pérdida de sangre ocasiona complicaciones muy graves.
Distinguimos
tres tipos de hemorragias externas:
Si
se presentan escasas son hemorragias capilares o superficiales.
Cuando
son de color rojo oscuro y con salida continua de sangre nos
encontramos con hemorragias
venosas.
Si son de color rojo brillante y con salida de sangre
discontinua y abundante se trata de una hemorragia arterial.
CONTROL DE LA HEMORRAGIA
Compresión
Directa: tendremos que presionar con fuerza la herida con una
compresa de gasas o una tela limpia; realizaremos un vendaje para
sostener esta presión si fuese preciso. Si en el momento del
accidente no disponemos de material tendremos que limpiarnos las
manos presionaremos directamente con las manos.
Elevación: elevaremos las partes lesionadas a
una altura superior a la que se encuentra el corazón con el objetivo
reducir la presión sanguínea en la zona.
Presión
Directa sobre la Arteria: comprimiremos con la yema de los dedos la
arteria principal del lugar de la lesión contra el hueso
subyacente, se detendrá el riego en el miembro en el que se
aplique.
Torniquete:
Lo utilizaremos como último recurso, ya que el flujo sanguíneo se
detendrá, así que los tejidos afectados no recibirán oxígeno
provocando la parálisis del miembro afectado. Esto lo conseguimos
apretando con una venda o tela alrededor de este miembro deteniendo
la circulación.
FUENTES:
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