Los accidentes acuáticos afectan a personas de todas las edades, aunque el ahogamiento suele producirse en personas que han estado nadando en corrientes fuertes y aguas muy frías, o que han nadado después de consumir alcohol.
Las aguas muy frías aumentan el peligro tanto para la víctima como para el rescatador ya que pueden producir:
- Jadeo incontrolable al entrar en el agua.
- Aumento de la presión sanguínea, pudiendo provocar un ataque cardiaco.
- Incapacidad para nadar.
- Si la persona está sumergida mucho tiempo, pueden producir hipotermia.
En este tipo de accidentes, la prioridad básica es llevar a la víctima a un sitio seco con el mínimo riesgo para el rescatador. La forma más aconsejable para hacerlo es tirar de la persona hacia tierra con una mano o cualquier otro objeto, como puede ser un flotador. En algunas ocasiones es necesario remolcar a la víctima hasta tierra.
Después de sacar a la víctima del agua, debemos protegerla del viento y del frío para evitar que su cuerpo se enfríe más y luego comenzaremos a tratar el ahogamiento y la hipotermia.
Una vez la víctima se haya recuperado, se procederá a realizar el traslado a un hospital para que sea explorada por un médico.
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Después de sacar a la víctima del agua, debemos protegerla del viento y del frío para evitar que su cuerpo se enfríe más y luego comenzaremos a tratar el ahogamiento y la hipotermia.
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